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Reliquias de Juan Pablo II en la Basílica de Guadalupe

La Basílica de Guadalupe se convirtió en prontuario de lágrimas, producto no del dolor o la desesperación, sino de la alegría, la fe y la emoción de volver a ver a Juan Pablo II en México. Muchos de los fieles pidieron al beato por hacer realidad los anhelos de paz de los mexicanos y que atentados como el de ayer en Nuevo León no se repitan; los muertos fueron encomendados a la guadalupana y a Juan Pablo II con la esperanza de que por su intercesión cese el derramamiento de sangre inocente. La presencia de las Reliquias en el templo mariano, casa de la madre querida que el ahora Beato tanto amara en vida, es especial, ha convocado a millares que llegan por su propio pie o en peregrinación, solos o en familia, de la escuela o el trabajo; "una escapadita" para no perderse el histórico acontecimiento. Temprano empezó el peregrinar de los fieles frente al ataúd de vidrio que alberga la figura de cera de Juan Pablo II, el objetivo de todos era ver la cápsula con la sangre del beato y embelesarse con la riqueza de la hermosa vestimenta que porta y que en verdad fueran propiedad de Karol Wojtila. En punto de las 9:00 horas empezó la veneración de las reliquias con la celebración de una misa capitular solemne que tuvo como tema "El sentido cristiano del sufrimiento, la reconciliación y el perdón"; celebración muy concurrida y que inyectó alegría a los asistentes, más que dispuestos a esperar por horas su turno de pasar un par de minutos frente a las preciadas reliquias. Para la religión católica hay tres tipos de reliquias: las de primer grado, que son partes del cuerpo del beato o del santo; las de segundo grado, que son objetos de uso personal y exclusivo del beato y, de tercer grado, que son objetos tocados por el beato. El féretro en exposición reúne objetos de los dos primeros grados, pero especialmente, sintetiza el amor mutuo entre un pueblo, el mexicano, y un hombre de paz que supo llevar su mensaje por todo el mundo y ganarse el corazón de propios y extraños, de líderes y creyentes de todas las religiones, que tendió lazos de unión y supo hacer de su pontificado lazos de unión entre los seres humanos. Es por eso que jóvenes y ancianos, por igual, se hicieron presentes en el templo mariano a pesar de ser día de escuela y de trabajo; es por ello que a sumaron miles, que demostraron que su fe sigue vigente y creciendo. A las 11:00 horas, mientras las filas para pasar a ver las reliquias crecían en el atrio de la Basílica, al interior se realizó una celebración comunitaria del Sacramento de la Penitencia, dirigida por el Leonardo Tinoco, canónigo penitenciario de Guadalupe. A pocos metros de distancia, muchas mujeres y no pocos hombres, contagiados por la emoción dejaban rodar lágrimas por sus mejillas mientras veían la figura de Juan Pablo II con vestidos acordes a su investidura y trataban de encontrar la clave de la fama de los famosos zapatos rojos de los pontífices, esos que tanta carga histórica cargan en cada par. Oraciones, peticiones, ruegos, rezos por la paz y la concordia se dieron por miles; el trágico acto terrorista en Nuevo León, en el que falleció más de medio centenar de personas, también fue motivo de los ruegos a Juan Pablo II, en cada una de las misas celebradas ayer. Por la tarde, a las 17:00 horas, el presbítero Gustavo Watson, director de Cultura de la Basílica, encabezó la reflexión catequética y el santo Rosario programado con el tema "Vida, pontificado y beatificación del beato Juan Pablo II", con lo que lleno de conocimiento a millares que no se cansan de escuchar esa historia de crecimiento personal y desarrollo moral que llevó a Karol Wojtila a los altares. Conforme cayó la noche, fue disminuyendo la presencia de fieles y llegó el momento de la veneración de las reliquias por grupos eclesiales, para cerrar el segundo día de un largo recorrido que durante cuatro meses llevará esos preciados objetos por todo el país.

  • Duration: 02:25

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